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10 ago 2010

Para mí todo funciona por la confianza. La gente sigue las indicaciones de un médico, porque confía en la ciencia y en ese médico. La gente vive y duerme tranquila en su casa, porque confía en el arquitecto que la hizo. La gente se sube a un avión, porque confía en los ingenieros que lo hicieron y en el piloto que lo maneja. Cualquier proyecto de dos o más personas se basa en la confianza que tenemos en los demás. El amor se basa en la confianza. Todo es una cuestión de confianza. Todos somos desconfiados, por naturaleza, es nuestra manera de protegernos. Hay que ser suave para ganarte la confianza de alguien, suave y paciente. La confianza se hace de a dos. Es tan difícil construir la confianza, y es tan fácil perderla.

4 ago 2010

Hablamos muchos, pero no siempre entendemos el valor de las palabras. Una palabra puede ser más potente que una lluvia de mísiles, porque una palabra dicha, o no dicha, gritada o susurrada puede desatar una revolución. Uno no se da cuenta de todo lo que tiene para decir hasta que empieza a decirlo. Las palabras están ahí, atrapadas en tu cabeza, quieren salir, quieren ser dichas, quieren ser gritadas. Para eso sirven las palabras, para ocultar lo que sentís. Uno cree que las palabras dan respuestas, pero dan algo más poderoso: preguntas. Decir algo es muy potente, pero más potente aun es no decirlo. Porque el silencio también tiene palabras, pero son palabras guardadas, elegidas, que esperan pacientes el momento de ser reveladas. Pero las palabras cuando llegan te despiertan. Las palabras pueden distraer, engañar. Las palabras son pensamientos que se convierten en acción. Las palabras están ahí, listas para ser usadas. Las palabras provocan, inquietan, movilizan. ¿De quién son las palabras que decimos? ¿A quién pertenecen? ¿A uno, a varios o a todos? ¿De qué sirven las palabras si uno las dice y nadie del otro lado las recibe? ¿Qué valor tiene una palabra si nadie la escucha? Sin palabras no hay silencios. Y sin silencios no hay palabras. Muchas veces no sabemos por que callamos, y muchas más no sabemos por qué hablamos. Estamos en silencio, guardándonos las palabras hasta que algo, alguien nos hace hablar. Hay tantas palabras. Y sin embargo muchas veces nos quedamos mudos, sin saber que palabra usar. Dicen que una imagen vale más que mil palabras, pero cuando una palabra tiene valor puede contener mil imágenes. La palabra vale. ¿Acaso hay una expresión que sea más hermosa, llena de sentido y amor que “te doy mi palabra”? Te doy mi palabra es un acto de entrega, de amor, de confianza, es más que una expresión de deseo, es un compromiso de vida, es un acto de fe. Porque cuando todo perdió valor la palabra puede rescatarnos. Hay que creer y confiar en el valor de las palabras.